El mejor café de Europa

El café nos despierta por la mañana, nos repone por la tarde y nos mantiene en pie por la noche.

 

Las cafeterías son los sitios a los que vamos en nuestras primeras citas y donde nos encontramos con los amigos para contarles qué tal fueron esas citas.

 

Hace siglos que el café y las cafeterías forman parte de nuestra vida social y, para celebrarlo, te hemos preparado una lista con algunos de los mejores cafés y cafeterías de toda Europa.

 

Amantes del café: poneos cómodos y pensad en cuántos de estos cafés podéis borrar de vuestra lista.

Bucarest: Origo

Vamos al Origo. Fotografías: Facebook

El Origo Café, en la calle Lipscani, presenta un aspecto impecable con sus cientos de tazas blancas colgadas del techo, sus paredes negras y sus barras de madera.

 

Pero no todo es apariencia, ya que su café está ampliamente considerado como el mejor de Bucarest. Es delicioso. Tuestan los granos ellos mismos y lo acompañan de irresistibles tartas y pasteles.

 

No se puede fumar dentro, pero sí en la terraza, y su café irlandés es simplemente sublime. Es uno de esos cafés que solo los más entendidos pueden apreciar del todo.

Turín: Caffè Al Bicerin

Café, chocolate y nata. El «trifecta» de nuestros sueños. Fotografías: Facebook

Puede que no hayas oído hablar del «bicerin». Es el café típico de Turín, una suntuosa combinación a capas de café, chocolate y nata, todo de la mejor calidad, que se sirve en una pequeña copa.

 

Aterciopelado y dulce, acaba con todo tipo de antojos de una sola pasada y es el sabor más genuino de Turín. El sitio ideal para probarlo es el Caffè Al Bicerin, que lo sirve desde el siglo XVIII, tiempo suficiente para llevar la receta a la máxima perfección.

 

Acompáñalo de uno de sus deliciosos dulces y de unos «gianduiotti» (unas trufas de avellana que también son una especialidad de Turín).

Oporto: Majestic Café

Auténticamente majestuoso. Fotografías: Facebook

Al Café Majestic, Oporto, una de las cafeterías más bonitas del Viejo Continente, no le podrían haber puesto un nombre más adecuado.

 

No se adhiere a los principios de la llamada «tercera ola del café», es decir, que no sirven el expreso más delicado del mundo, ni tuestan los granos en Mordor ni preparan el café con lágrimas de unicornios huérfanos.

 

Es una cafetería de la vieja escuela cuyo punto fuerte es hacerte sentir especial mientras paladeas un café en el edificio de estilo Belle Époque más opulento que puedas imaginar. Es toda una experiencia. No te vayas sin probar sus tartaletas de crema.

Praga: EMA

El EMA lo borda. Prueba el pastel de arándanos. Fotografías: Facebook

Este es el lugar de referencia en Praga si se quiere tomar un café perfectamente percolado. Tienen una fantástica selección de cafés, ofrecen café de filtro y sus expresos son obra de una La Marzocco Strada 3 Group.

 

Quizás no te diga nada, pero créenos si te decimos que es una excelente cafetera. Y lo mejor de todo: además de servir un café delicioso, venden tartas muy buenas.

 

La única pega de este sitio es que no querrás irte y tendrás toda una ciudad esperando a que la veas. Pide el pastel de arándanos y un «flat white».

Viena: Café Central

No sé qué es eso que sale en la foto de la izquierda, pero lo quiero ya. Fotografías: Facebook

El Café Central es uno de los sitios en los que empezó la historia de las famosas cafeterías vienesas, donde las mentes prodigiosas de la época solían reunirse para debatir ideas, jugar al ajedrez y resolver los problemas del mundo.

 

Lo más probable es que ahora estén sentados en mesas separadas mirando embelesados sus móviles, pero qué le vamos a hacer. El Central Café, al igual que el Majestic, es una cafetería clásica.

 

Toma asiento en su suntuoso salón, saborea tu café, cómete uno de sus exquisitos pasteles e imagina cómo era este lugar hace un siglo, cuando gente como Freud y Trotsky acudían a él con frecuencia.

Dublín: 3fe

El 3fe y la experiencia cafetera definitiva. Fotografías: Juanmi Cuesta

El 3fe, todo un habitual en las listas de las mejores cafeterías del mundo, revolucionó el panorama cafetero de Dublín y es uno de los mejores locales de la ciudad, si no de todo el país.

 

Sirven un expreso con una capa de crema perfecta, siempre, y el «flat white» es tan suave como la seda. El año pasado empezaron a tostar los granos por su cuenta y ahora puedes comprar paquetes y llevártelos a casa.

 

Prueba los granos bolivianos (el trío del menú de cata es una buena manera de hacerlo); nunca volverás a mirar al café con los mismos ojos. Y pide una tarta. Sin falta.

Copenhague: The Coffee Collective

El mejor café de Copenhague para frikis del café. Fotografías: Facebook

Además de cafetería, el The Coffee Collective es un minitostadero, es decir, que se toman muy en serio el tema. Los baristas son expertos apasionados del café y, visto lo visto, probablemente les corra por las venas.

 

Tienen varias sucursales en Copenhague, pero nuestra favorita es la que abrieron en 2012 en Godthåbsvej, que es donde está la sede y donde tuestan los granos. El primer viernes de cada mes organizan una visita guiada por el tostadero.

Venecia: Caffè Florian

Pagas por el arte, la música Y el café. Fotografías: Facebook


El Florian lleva en pie desde 1720. Como todos los grandes cafés italianos, presume de antigüedad, historia y opulencia sin remordimientos. Nada de locales minimalistas de madera y detalles cromados. Gracias, pero no.

 

Aquí prefieren los espejos dorados, el papel pintado con brocados y los camareros vestidos con un esmoquin blanco. Será uno de los cafés más caros que te tomes en tu vida, e incluso cobran un suplemento por la música de la orquesta. Cuando veas la cuenta te entrarán sudores, así que tienes que ir preparado para hacer como si nada.

 

Un café con un trozo de tarta te saldrá por un ojo de la cara, pero disfrutarás del privilegio único de tomártelo en la cafetería más antigua del mundo. Es decir, que tu café tendrá un sorbito de historia. Son cosas que solo se hacen una vez en la vida.

Estocolmo: Vette Katten

Todo en este sitio es adorable. Fotografías: Facebook

No nos cansamos de repetirlo: Suecia ha transformado su cultura del café en un arte. Todos los países de Europa y ultramar deberían adoptar el «fika» («café» en sueco).

 

Si estás en Estocolmo, «fika» siempre que puedas y asegúrate de hacerlo al menos una vez en el Vete Katten, donde el café es magnífico y las tartas... No quisiera ponerme demasiado hiperbólica, pero es que constituyen una experiencia transcendental.

 

Pide un buen café y paladéalo mientras te comes un enorme y grasiento bollo de crema. Y un pastel de merengue al limón.

Oslo: Tim Wendelboe

Los capuchinos helados son especiales Fotografías: Facebook

Tim Wendelboe abrió su cafetería en Grünerløkka, Oslo, en 2007, pero los cimientos ya los había puesto unos años antes, en 2004, cuando ganó el World Barista Championship (Campeonato Mundial de Baristas).

 

Un año después, se hizo con el World Cup Tasting Championship (Campeonato Mundial de Cata de Café). Su cafetería y tostadero han obtenido ya varios premios por sus cafés Aeropress y expresos fabulosos. No sirven tartas ni pasteles; nada de comida.

 

Solo café. Y es un café muy, muy pero que muy bueno. Al igual que el 3fe, es uno de esos sitios adecuados para los que se toman el tema en serio.

París: Café De La Paix

¿Has visto qué sofisticado? Fotografías: Facebook

El Café de la Paix, que lleva abierto desde 1862, es el paradigma de la sofisticación parisina, el más bello ejemplo de estilo Belle Époque que puedas imaginar. Es fabulosamente extravagante y totalmente opuesto a los modernos cafés de la tercera ola.

 

No tiene nada de barato, pero ofrece la experiencia parisina por definición;  una de esas cosas que hay que hacer en la vida.

 

Probablemente los postres atraigan más clientela que el propio café, sobre todo el «mille-feuille», que es un crujiente y cremoso trocito de cielo.

Palermo: Caffè Spinnato

Benditos «cannoli». Fotografías: Facebook

El Caffè Spinnato, en Palermo, hace mucho que sirve café del bueno, lo mismo que hace que sirve unos «cannoli» absurdamente deliciosos.

 

Es la combinación de ambos, además de su encanto siciliano, lo que convierte a esta cafetería en un lugar de visita obligada.

 

Tómate tu tiempo y, si la climatología acompaña (que es lo más habitual en esta isla mediterránea), siéntate en la terraza. Disfruta de cada sorbo, mira el mundo pasary come todos los «cannoli» que te permita el cuerpo.

Berlín: The Barn

El café es el rey del The Barn. Fotografías: Facebook

El The Barn, ubicado en Mitte, es una cafetería y tostadero al que acuden los berlineses que aprecian el buen café. Son un poco especiales, ya que no les gusta el ruido, ni los portátiles, ni la leche de soja, ni los cochecitos de niños, ni el azúcar ni nada que suponga introducir una variación en su carta.

 

Prueba a pedir leche de soja con sabor a vainilla y verás qué pasa… Lo que ofrecen es café tostado y elaborado con mano experta por personas que se lo toman muy en serio.

 

También tienen una pequeña selección de tartas y pasteles de buena calidad pero, al igual que en el Tim Wendelboe, los protagonistas son los granos. Conviértete en un snob del café.

Roma: Antico Caffè Greco

Cuando vayas a Roma, tienes que tomarte un café y un tiramisú aquí. No hay nada más que decir. Fotografías: Facebook

Es uno de esos sitios en los que poetas, escritores, soñadores y pensadores se reunían y tomaban café en otros tiempos.

 

Ahora suele llenarse de turistas, mochileros, excursionistas y viajeros, pero es toda una institución y un sitio precioso para tomarse un clásico desayuno italiano consistente en un capuchino y un pastel.

 

El café es cremoso, el tiramisú es pura perfección y el servicio, al más puro estilo romano, resulta tan brusco como encantador.

 

Al estar al lado de la Plaza de España sale caro, pero ten en cuenta que también pagas por la experiencia: es uno de los mejores cafés históricos del mundo. Dirígete a Via Condotti y no te olvides de la cámara de fotos.

 

 

Esta lista no es para nada exhaustiva. Si conoces un sitio que crees que debería aparecer aquí, déjanos un comentario más abajo.

 

- Dee Murray